SIDA: una batalla histórica que exige información, empatía y acción

Correo: dana.malips@gmail.com

La infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se centra en tres fases, siendo el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) la más avanzada. Este virus ataca al sistema inmunitario, destruyendo células clave (linfocitos CD4), lo que debilita la capacidad del cuerpo para defenderse contra infecciones y enfermedades graves. 

Si el VIH no se trata a tiempo, puede progresar silenciosamente durante años hasta desarrollarse en SIDA, cuando el conteo de células CD4 cae por debajo de un umbral crítico o aparecen infecciones oportunistas. 

A pesar de los avances médicos, el SIDA sigue siendo una preocupación global de salud pública. Según datos recientes, a finales de 2024 había aproximadamente 40.8 millones de personas viviendo con VIH en el mundo, y en 2024 se registraron 1.3 millones de nuevas infecciones. 

Importancia de la lucha contra el SIDA

La lucha contra el SIDA no es sólo una cuestión médica, sino también social y de derechos humanos. Cada año, UNAIDS (Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan la necesidad de visibilizar la enfermedad, reducir el estigma, y asegurar acceso universal a la prevención y tratamiento. 

El impacto global del VIH/SIDA ha sido enorme: desde su inicio, millones de vidas se han perdido, comunidades enteras han sido afectadas, y la carga sanitaria y social ha sido considerable. 

Además, la reducción de nuevas infecciones y muertes relacionadas con el SIDA en las últimas décadas demuestra que la intervención (prevención, diagnóstico, tratamiento) puede transformar claramente el curso de la epidemia.

Prevención: armas clave contra el VIH/SIDA

La transmisión del VIH ocurre principalmente por relaciones sexuales sin protección, intercambio de agujas contaminadas, transfusiones de sangre no seguras, o de madre a hijo durante el embarazo, parto o lactancia. 

Entre las estrategias más efectivas están:

  • Uso consistente de preservativos en relaciones sexuales. 
  • No compartir agujas ni jeringas en contextos de uso de drogas. 
  • Realizar pruebas regulares de VIH, especialmente en personas con factores de riesgo. Esto permite un diagnóstico temprano. 
  • Acceder al tratamiento antirretroviral (TAR/ART) en caso de infección. Este tratamiento no cura, pero reduce la carga viral, protege la salud de la persona y disminuye la probabilidad de transmisión. 

Gracias a estos esfuerzos, desde 2010 las nuevas infecciones globales por VIH han disminuido en un 40 % y las muertes por causas relacionadas con el SIDA en 56 %. 

La lucha continúa: desafíos y urgencias

A pesar de los avances, millones de personas aún viven con VIH sin diagnóstico, y una proporción significativa no tiene acceso al tratamiento. 

Es imperativo mantener campañas de educación, sensibilización y acceso a servicios de salud. La estigmatización sigue siendo una barrera muy real en muchas comunidades. 

Además, es necesario garantizar equidad en el tratamiento, especialmente en poblaciones vulnerables, y promover políticas que faciliten la prevención, diagnóstico temprano y apoyo continuo.

El SIDA sigue siendo una de las epidemias más significativas de la historia moderna, tanto por su impacto sanitario como social. Sin embargo, gracias a la ciencia, la prevención y el acceso al tratamiento, hoy es posible convivir con el VIH sin desarrollar SIDA, reducir nuevas infecciones y salvar vidas.

La lucha no ha terminado. La información, la prevención, el respeto y la solidaridad son fundamentales. Cocntinuar promoviendo educación, acceso a tratamiento y apoyo comunitario es esencial si queremos que algún día el SIDA deje de ser una amenaza real.

Referencias


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